Para poder disfrutar de la vida hay que aprender a convivir con el dolor, porque se tiene el deber moral de ser feliz, un estado para lograrlo es la capacidad de controlar las emociones.
Al permitirse ser feliz nos damos cuenta del sentido de todo lo que nos pasa y de todo lo que hacemos.
Se aprende lo más importante de la vida con el dolor y el dolor es algo que no se puede evitar, porque es parte de la vida.
Cuando nos atrevemos a vivir el dolor y lo expresamos plenamente, con toda nuestra rabia, pena o impotencia, el dolor tiene el poder de transformarnos. No se trata de luchar contra el dolor sino de acostumbrarse a vivir con él y al mismo tiempo , siendo capaces de cumplir con nuestra obligación de ser felices.
Uno elige el sufrimiento pero tiene que aceptar el dolor. Los duelos, las enfermedades y las pérdidas exigen una actitud de desapego, agradecimiento, voluntad y perdón.
Asumir la felicidad como un deber moral hace que no nos aferremos a nuestras aflicciones.
Las personas felices también tienen los mismos problemas, sólo que eligen no perder la sonrisa por las penas de su alma, y tienen la actitud de vivir y disfrutar del presente, porque se dan cuenta que no pueden controlar nada; y sólo pueden agradecer, cambiar sus prioridades y actuar en consecuencia.
El dolor es un misterio indescifrable, pero las preguntas que suscita nos sirven para crecer.
Se puede seguir viviendo con las penas, respetándolas y escuchándolas, porque al final dejan de estar en primer lugar y se depositan en el fondo del alma.
Elegir ser feliz desde los dolores del alma, exige un esfuerzo, pero luego se siente la satisfacción de haber sido capaces de vivir con el dolor, sin contaminar el resto de nuestra existencia.
La vida nos enseña a aceptar las pérdidas y las despedidas, aunque nos sorprendan, permitiéndonos comprender que todo lo que tenemos es prestado, que no es nuestro y que el amor trasciende las ausencias.
El perdón nos libera porque la rabia y los rencores son las expresiones más grandes de esclavitud.
Las personas que no perdonan no pueden ver los acontecimientos desde una perspectiva más alta y se quedan estancados en el por qué, sin reparar en el para qué.
Todo esto se logra con la evolución, venciendo los propios demonios y no cediendo ante ellos.
Actitud y bUena Vibra!